martes, 17 de agosto de 2010

Segundo # Notas de Editor


El desarrollo no puede ser sino local, de igual modo que no puede ser sino “humano”, “sustentable”, “endógeno”, porque de otro modo ¿qué entelequia sería? (Boisier, 2005).
Globalización y territorio configuran un par sobre cuya existencia misma hay posiciones encontradas: quienes sostienen que la globalización devalúa el territorio y los que consideran, por el contrario, que lo revaloriza. En rigor, ambas posturas contienen partículas de verdad. Por un lado, las corporaciones globalizadas concentran y localizan en donde les es más conveniente. Pero, al mismo tiempo, las economías de flexibilidad y de diferenciación parecen retornar a aquello de que “lo pequeño es hermoso”. Aunque tampoco el pequeño tamaño puede permanecer “desconectado”, ya que esa carencia de escala lo hace inviable. Por ello, para ser “pequeños” y “gigantes”, al mismo tiempo, se van conformando nuevos encadenamientos o “distritos” ya no sólo industriales sino productivos, en el sentido más amplio de la palabra.
Dr. Mario César Elgue

Cadenas Productivas

Las cadenas productivas se construyen en base a una concentración geográfica de emprendedores e instituciones que interactúan entre sí y que, al hacerlo, crean un clima en el que todos pueden mejorar su desempeño, es decir que pueden lograr la sinergia necesaria para generar un proceso de crecimiento acompañado de un desarrollo económico y social sustentable, basado en la equidad, en el compromiso y en la participación de toda la comunidad.

Si consideramos a las cadenas productivas como herramientas del desarrollo local, debemos analizar si las mismas se sustentan sobre una realidad existente en la región o se basan en relaciones que se pueden crear a partir de una estrategia de desarrollo. La pregunta es, ¿se debe trabajar sobre los vínculos que potencialmente podrían existir entre los actores locales o el trabajo se debe basar en la identificación y conexión de las relaciones preexistentes?

La experiencia indica que es muy difícil construir una cadena productiva a partir de diseños “enlatados” desarrollados por equipos técnicos de organismos centralizados que, basados en fríos indicadores, pretenden “convencer” a los pobladores de una región que deben aplicar tal o cual “receta” para alcanzar una mejor calidad de vida.

El proceso para poner a funcionar una cadena productiva,debe surgir “de abajo hacia arriba” es decir que es desde el propio territorio de donde deben emerger las estrategias de desarrollo, teniendo en cuenta no solo los aspectos que hacen al crecimiento económico sino todos aquellos relacionados con la idiosincrasia del lugar, los valores existentes y las cuestiones directamente ligadas a  la identidad y a la cultura de la comunidad.


Podemos decir entonces que una cadena productiva es:

Un mecanismo de cooperación entre micro, pequeñas y medianas empresas, entidades intermedias representativas de la comunidad, organismos estatales de promoción, fiscalización y control, instituciones educativas y  organismos de investigación y desarrollo científico tecnológico, en donde cada participante, manteniendo su independencia jurídica y su autonomía, decide voluntariamente sumarse en un esfuerzo conjunto con los otros participantes para la búsqueda de un objetivo común.


Este mecanismo de cooperación es una forma alternativa de impulsar el desarrollo local o regional a partir de la identificación y fortalecimiento de redes de concentración geográfica, de empresas e instituciones que interactúan en un campo determinado, en el mismo participan los productores, los proveedores de insumos y materias primas, los transformadores de productos, las empresas comercializadoras, los organismos estatales vinculados al proceso, y todo actor relacionado con la actividad.

Para que las conexiones entre los eslabones de una cadena productiva sean sólidas, deben estar basadas en la confianza, para ello se requiere, por un lado, un reentrenamiento empresario y un proceso de capacitación de todos los actores de modo que actúen con el convencimiento necesario para la elaboración de proyectos comunes a mediano y largo plazo y, por otro lado, es fundamental que el Estado comprenda cuál es su rol en este proceso y contribuya al logro de los objetivos del conjunto, evitando las interferencias que a veces se producen debido a criterios personales de funcionarios que están al frente de determinados organismos públicos.


Comuniquese con nosotros a: Carta.Desarrollo.Local



Desarrollo Local

Si se quiere encontrar una definición de Desarrollo Local no es tarea fácil. Existen innumerables trabajos sobre el tema. De todos modos, podemos decir que, tradicionalmente, se han planteado tres formas de enfocar y promover el desarrollo en un determinado territorio:

La primera se refiere a actuar sobre los factores externos que ayudan a la consecución de mayor crecimiento y riqueza, tales como la promoción de la inversión externa, ya sea pública o privada. Madoery (1), en su trabajo, lo denomina la “venta” del territorio,; es decir, enfatizar el factor económico como determinante del desarrollo económico local.

La segunda es en torno a promover el desarrollo endógeno, mediante el aprovechamiento de los recursos y potencialidades de la propia zona. Madoery (op.cit 1) cree que esta forma corre el riesgo de visualizar a las ciudades como una “islas” de posibilidades en medio de un océano de tendencias adversas.

La tercera, propone diseñar políticas que combinaran ambos esfuerzos: dinamizar el potencial endógeno del territorio sin dejar de lado los influjos exógenos, interpretando de manera sistémica el proceso de desarrollo para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

A pesar que resulta difícil encontrar una definición comúnmente aceptada, Vázquez Barquero (2), sostiene que se podría concebir el desarrollo local como “un proceso de crecimiento económico y de cambio estructural que conduce a una mejora del nivel de vida de la población local en la que se pueden identificar al menos tres dimensiones: una económica, en la que los empresarios locales usan su capacidad para organizar los factores productivos locales con niveles de productividad suficientes para ser competitivos en los mercados; otra, sociocultural, en el que los valores y las instituciones sirven de base al proceso de desarrollo; y finalmente, una dimensión político-administrativa en que las políticas territoriales permiten crear un entorno económico local favorable, protegerlo de interferencias externas e impulsar el desarrollo local”.

Queda claro, que cuando hablamos de desarrollo local (llamado también desarrollo endógeno) debemos asumir que estamos en una etapa de cambios, donde se van consolidando instancias territoriales por encima de los Estados Nacionales, cambios que no solo es responsabilidad de la clase política o de la dirigencia empresarial o dirigencia gremial, concentrada en el poder central, sino que también es responsabilidad nuestra, de todos y cada uno de los ciudadanos que desempeñan un rol en la sociedad.

En este nuevo escenario, se hace necesario plantear políticas de desarrollo, siguiendo algunos lineamientos estratégicos:
Pasar de un desarrollo de asistencialismo a un desarrollo de productivismo. Es sabido que, en momentos de lo más profundo de la crisis a fines de los 90, las políticas locales estaban dirigidas casi exclusivamente en lo asistencial por la pobreza extrema existente en esos momentos. A mediados del año 2002 y principios del 2003 existe una reexpansión de los gobiernos locales por el crecimiento económico que empieza en esos momentos y se mantiene creciente hasta el 2007, aproximadamente. A partir de allí, se hace necesaria una mayor articulación entre los gobiernos locales-provincial-nacional, como así también la interrelación público-privado.

Proveer de infraestructura adecuada para los emprendimientos productivos del territorio tales como parques industriales, incubadoras de empresas, accesos a los centros de producción (sobre todo los emprendimientos agroalimentarios que se desarrollan en zonas rurales), energía, transporte. Una vez más, es necesario la articulación de Gobiernos Locales-Provincial-Nacional y la articulación público-privado.

Involucrarse con mayor fuerza en el fortalecimiento del tejido productivo, dejando de lado la mirada tradicional sesgada del sector productivo primario-secundario-terciario para verlo más sistémico; es decir, la cadena de producción y el agregado de valor de éstas con una mirada más local. De esta forma, cobran mayor fortalecimiento los actores locales en el desarrollo del territorio. A partir de aquí, aparece una nueva demanda además de las articulaciones gobiernos locales-provincial-nacional y la articulación público-privado que es la necesidad de capacitación en distintos oficios de estas cadenas de producción.

(1) OSCAR MADOERY, ¿Cómo aproximarnos al desarrollo local, desde una perspectiva política –Material de trabajo de la Diplomatura en Desarrollo Local (Universidad Nacional de San Martín).
(2) VÁZQUEZ BARQUERO, A. (1988) Desarrollo Local. Una estrategia de creación de empleo. Pág. 129.

Por el Lic. Andrés Maldonado
Integrante del Departamento de Economía Social, Asociativismo y Desarrollo Local del MPA


Comuniquese con nosotros a: Carta.Desarrollo.Local

¿COMO AFECTA LA INFLACION A LAS PYMES?

En general, las pymes se encuentran en la situación más débil ante los efectos de la inflación. En las cadenas productivas, muchas pymes se ubican en la zona intermedia entre “aguas abajo y/o “aguas arriba” de la cadena productiva, es decir, son proveedoras de empresas grandes y/o son compradoras de insumos de dichas empresas.

En estas situaciones, la capacidad de negociación de las pymes es baja ante los efectos de la inflación, excepto cuando se encuentran ofreciendo un insumo o producto crítico. Generalmente, son dependientes de las empresas grandes, en mayor o menor medida según si forman parte o no de la cadena valor de las empresas de gran tamaño. Cuando compran deben soportar aumentos en sus insumos y otras condiciones financieras y cuando venden les cuesta trasladar la inflación a los precios.

Cuando las pymes son proveedoras del Estado están libradas a la suerte del  financiamiento público que puede ampliar significativamente los plazos de pago.

La inflación, asimismo, afecta sus disponibilidades de capital de trabajo por la licuación del mismo dado el proceso inflacionario, lo cual las lleva a “corridas financieras” o a endeudamiento inmediato de alto costo.

Asimismo, tienen pocas “espaldas” para determinar bajas de personal en virtud del costo que producen las desvinculaciones. En el mismo sentido, las posibles renegociaciones salariales pueden afectar severamente la situación de las Pymes con un mayor costo de la plantilla formalizada.

No obstante, la situación varía con el posicionamiento que tenga la pymes en su segmento de mercado. Si se trata de una firma con alta calidad de servicio, con propensión a la innovación, con productos de alta calidad, que produce insumos críticos y con un excelente posicionamiento, es decir cuando una pymes es competitiva se encuentra en mejores condiciones para afrontar la situación, pero lamentablemente, mejorar la competitividad no puede hacerse cuando la inflación ya está encima, dado que hubiese correspondido generar las fortalezas con antelación.

En resumen, los efectos directos de la inflación se traducen en mayores costos operativos, menor capital de trabajo, menores volúmenes de venta si hay retracción, dificultades de trasladar los efectos de la inflación a los precios y posible necesidad de endeudamiento de alto costo. Asimismo, la postergación de los pagos por las grandes empresas y la necesidad de cumplir con los proveedores importantes en los términos usuales, afectan aún más su capital operativo.

Cuando las pymes se encuentran en un proceso inflacionario deben soportar reducir sus expectativas de ganancias para mantener la supervivencia de la firma.

Las soluciones para las pymes no pasan por una “estrategia defensiva” de reducción de costos e inversiones en virtud de la cual comienza un círculo vicioso de achicamiento, ni por un mayor endeudamiento bancario que genera una mayor dependencia y mayores costos financieros, sino más bien por una “estrategia ofensiva” consistente en “salir para adelante” a través de acciones tales como: enfatizar las políticas de marketing con nuevos métodos y en otros mercados o con otra gama de productos, mantener el nivel de producción aún con menores ganancias vendiendo hasta el límite del costo variable (posibilidad esta última no muy aceptada, en general, por los empresarios), en mejorar las condiciones de negociación con los clientes y proveedores y en administrar con mucha precisión el capital de trabajo e incluso, considerar la posibilidad de una mayor capitalización.

La estrategia ofensiva implica también un mayor esmero en la gestión para mejorar el desempeño empresarial.

Algunos planteos de reducción de costo salariales en caso de baja de producción pueden negociarse para mantener las fuentes de trabajo, siempre sujeto al grado de conflictividad que pueda presentarse.

Un plan de reducción de costos puede ser una solución cuando la empresa ha acumulado costos “invisibles” en situaciones favorables y que ahora, emergen como costos difícil de cubrir pero en donde la relación costo/beneficio de los mismos no amerita seguir incurriendo en ellos. Una reingeniería de costos fijos podría brindar algún resultado.

La inflación es un fenómeno que afecta en distinta medida a las empresas y la puja por el flujo financiero genera una fuerte rivalidad. Siempre resulta más conveniente o menos negativo para las empresas que tienen fuerte poder de negociación en el mercado.

Responsabilidad social de las firmas con alto poder de negociación y una gestión minuciosa y de reingeniería de las cadenas productivas más sensibles a la inflación serían las acciones de política económica recomendables a inducir a favor de las pymes.

Hugo O. Settembrino




Comuniquese con nosotros a: Carta.Desarrollo.Local